Guy de Maupassant, "Le Horle"

"¿Has pensado que sólo ves la cienmilésima parte de lo que existe? Considera, por ejemplo, el viento, que es la más grande de las fuerzas de la naturaleza. Derriba a los hombres, destruye casas, arranca los árboles de raíz, agita los mares formando olas gigantescas que azotan los acantilados y lanza los barcos contra los peñascos. El viento silba, ruge, brama, incluso mata a veces. ¿Lo has visto? Sin embargo, existe" (Guy de Maupassant, "Le Horle")

sábado, 24 de diciembre de 2011

Nochebuena



Otra nochebuena más, a solas en la sala de estar con la única compañía de un cigarrillo medio consumido que se balanceaba peligrosamente en el borde del cenicero. Sus pies desnudos acariciaban distraídamente el helado suelo de linóleo blanco que su madre había elegido, ahora tantos años atrás, para que hiciera juego con el color de las paredes. Pero lo cierto es que era ya apenas perceptible el blanco impoluto que una vez había revestido los muros de aquella casa, impregnados ahora por un tono amarillento, genuino sello que el tabaco deja allá por donde pasa.

Le dio una última calada al cigarrillo antes de apagarlo para poder encenderse otro. La anaranjada luz procedente de las farolas de la calle penetraba levemente por la ventana de la estancia, proyectando así sombras fantasmagóricas en la pared que había frente a ella. No importaba ya. Hacía tiempo que no le daban miedo los fantasmas. Las bofetadas de la vida la habían enseñado a temer a los vivos más que a los muertos.

Apoyó los pies sobre la mesa y dejó caer la cabeza sobre el respaldo del sofá. No tenía motivos para celebrar aquella absurda fiesta. Ni siquiera era católica y aquellas fechas siempre le habían provocado náuseas. Y desde que ella se fue… Aquel odio injustificado hacia aquellas festividades no había hecho sino intensificarse. No había necesidad de fingir: no le gustaba la gente y mucho menos aún si esa gente formaba parte de su familia. Si no se sentaba alrededor de una mesa a comer con sus hermanos y padres ningún otro día del año, puesto que ninguno de ellos podía soportar la vergüenza de compartir siquiera el mismo aire con una desviada como ella, ¿por qué era diferente aquella noche? ¿Acaso aquellos parásitos inmundos que se hacían llamar su familia no eran conscientes de que la falsa sonrisa que se formaba en sus labios cada vez que la miraban no era en absoluto convincente?

Hacía años que no se reunía con ellos por esas fechas, sí, pero por alguna extraña razón aquel año su corazón anhelaba la compañía de otra alma humana, o en su defecto, un cuerpo caliente que compartiera su espacio vital y que la hiciera olvidarse, al menos por un rato, del inexorable bucle de decadencia en el que se había sumido su vida.
Llamaban a la puerta. Dirigió una rápida mirada al reloj que había sobre su mesita y no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción. Por fin la agencia le mandaba una chica puntual.

Se levantó del sofá en dirección a la puerta, dando gracias en su fuero interno a aquella chica por trabajar en una noche tan señalada del año. La dejó pasar sin apenas fijarse en su físico. La apariencia ciertamente era lo de menos, lo más importante era que aquella chica hiciera bien su trabajo, pues para eso iba a pagarle.

— Hola, me llamo Anaís — se presentó la chica, que parecía estar algo nerviosa, antes de sentarse a su lado en el sofá. Parecía más una quinceañera virginal que una puta de lujo y lo cierto es que, en cierto modo, eso la excitó más. Puede que aquella niña le recordara a Laura, o puede simplemente que llevara demasiados meses sin catar hembra alguna —. ¿Cómo te llamas tú?

— ¿Sabes? — inquirió con un deje de impaciencia tiñendo su voz — No te pago precisamente para que hables…

4 comentarios:

  1. Sublime Athenea, me has dicho que era triste pero yo lo encuentro estimulante, como se refleja el espíritu de una persona que no cree en esta fantochada de buenas maneras porque es navidad. La parte final es como esas historias ciertas que nunca acaban bien, las verdaderas historias donde la familia avergonzada acude a pedir perdón o que la "desviada" como la describes va a la casa familiar con los suyos. Es un final muy acorde.

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  2. He tenido unos minutos para leer este texto. Me ha encantado. Me gustan los textos de solitarios al borde de la desesperación, porque yo también lo soy a pesar que ahora tengo pareja. Conozco ese sentimiento de estar solo en casa, sentir las agujas del reloj y desear un poco de compañía. Si bien, mayoritariamente estoy solo porque me gusta y lo necesito.

    un saludo y felices fiestas.

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  3. Está súper bien escrito (joder, siempre me dejas con más ganas de leerte!!! Malvada!! XD), es algo triste, la decadencia de la escena, el abandono grabado en ella. Me gusta (^.^) Y la puntualización de la aversión que siente su familia hacia ella y su elección de pareja. Un relatillo lleno de espíritu navideño XDD Un besazo preciosa!! Y Felices fiestas!! (No como las de la triste chica del relato =P)

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  4. Escribes inquietante,
    que pases unas felices fiestas
    feliz año 2012.
    un abrazo.

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