Guy de Maupassant, "Le Horle"

"¿Has pensado que sólo ves la cienmilésima parte de lo que existe? Considera, por ejemplo, el viento, que es la más grande de las fuerzas de la naturaleza. Derriba a los hombres, destruye casas, arranca los árboles de raíz, agita los mares formando olas gigantescas que azotan los acantilados y lanza los barcos contra los peñascos. El viento silba, ruge, brama, incluso mata a veces. ¿Lo has visto? Sin embargo, existe" (Guy de Maupassant, "Le Horle")

domingo, 26 de agosto de 2012

Metálico elixir


Buenas noches, querid@s. Hoy traigo un relato quite weird. No sé exactamente de dónde ha salido. Estaba escuchando a Queen, Bohemian Rhapsody concretamente, y me ha venido a la mente esa imagen. Creo que ya he comentado en alguna ocasión que escuchar a este grupo siempre me inspira relatos bastante raritos, pero que curiosamente son mis favoritos de los que he escrito. Para poneros un poco en situación diré que es bastante macabro y dexteriano. Es  decir, sangre y asesinato. Es cortito pero espero que os guste y si os da la gana comentéis. Un beso a todos y espero que las vacaciones os estén yendo mejor que a una servidora. 




Los pies se le hundían en la arena a cada paso que daba, acentuando la torpeza de sus ya de por sí descoordinados andares. Se detuvo un momento a mitad del paseo marítimo para desabrocharse la cremallera de los tacones, con lo que pude apreciar más detenidamente sus rasgos a la luz de las estrellas. Mis ojos no me habían traicionado cuando la había estado acechando en las sombras de aquella discoteca para pijos hijos de papá: era esbelta, de constitución delgada y la melena azabache le llegaba hasta la cintura. Extensiones, supuse. Hoy en día todo es sintético y artificial, incluso los sentimientos. Quizá por eso todavía no me han descubierto. No soy el único que se ve forzado a fingir sus emociones. Todos lo hacemos para poder sobrevivir en esta jungla de asfalto.

Aquella muchacha no tardaría en desmayarse, no me cabía la menor duda de ello. La ingesta exacerbada de alcohol por parte de jóvenes carentes de juicio y personalidad estaba haciendo que cada vez la caza resultara más fácil. Aunque una parte de mí, aquélla que disfrutaba viendo manar la sangre a chorros mientras la víctima se retorcía de pánico y terror bajo mis manos, añoraba los tiempos en que matar era todo un reto.

Saqué el puñal de la manga de la chaqueta, adelantando en mi mente la deliciosa sensación de la adrenalina corriendo por mis venas a una velocidad de vértigo. Sus pasos eran cada vez más erráticos, a medida que se iba adentrando en la zona menos transitada de la cala. Buscaba un refugio tranquilo y desierto donde dormir la mona, pero sin saberlo, estaba firmando su sentencia de muerte.

Estaba tan aturdida que ni siquiera vio venir el primer golpe. La arena dorada bajo nuestros pies se tiñó de un vívido color carmesí cuando el puñal atravesó por fin la dura piel de su espalda. Su inmaculado vestido blanco comenzó a empaparse también de aquel elixir borgoña, aquél cuya visión me provocaba tal excitación. Aquél por el cual me veía obligado a arrebatar la vida de esa desdichada sin alma.

Sus gritos de dolor se hicieron sentir por toda la playa, mas no me conmovieron un ápice. El puñal siguió desgarrando aquella pálida piel, mancillándola sin piedad con su afilada hoja de acero. La muchacha cayó finalmente al suelo, desmadejada y sin vida como una vulgar muñeca de trapo. Una carcajada gutural brotó desde el fondo de mi garganta, con el júbilo de aquél que se sabe vencedor en una batalla. Sus ojos me contemplaron entonces por primera vez, el terror y la desesperación escritos en ellos a fuego.

— Es hora de dormir, preciosa — susurré, antes de abrir su garganta de un solo tajo. Los gritos cesaron al instante y la sangre salió a presión de la herida abierta, salpicando mi camisa y mi rostro. Saboreé el metálico elixir de mis labios antes de despedirme de aquel cadáver demacrado con una pronunciada reverencia. Sin excepción alguna, uno debe ser siempre respetuoso con los muertos.

5 comentarios:

  1. Hola, Athenea.
    Sinceramente, me has dejado anonadada. Primero, porque los temas sádicos y que tratan ciertos aspectos siniestros y demenciales de la mente humana me vuelven loca.
    Y segundo, porque has escrito un par de frases que deben perdurar en el recuerdo:
    -"Hoy en día todo es sintético y artificial, incluso los sentimientos".
    -"Sin excepción alguna, uno debe ser siempre respetuoso con los muertos".

    Simplemente, bravo.

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  2. No he podido evitar acordarme de Dexter y su forma fría e impersonal de tratar a sus víctimas. Coincido con Sun de que esas dos frases han sido la ostia, nos tienes poco acostumbrados a relatos de tal envergadura.

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  3. OMG. I mean, OMG. Ya sabía que te gustaban este tipo de relatos, y, de hecho, los describes muy bien, pero ayyyy. Qué repelús, jajaja.
    Dejando mis gustos de lado, me ha encantado. El primer párrafo ha sido perfecto; la frase de "Hoy en día todo es sintético y artificial, incluso los sentimientos" no es más que una dura realidad. Parezco una abuela, pero es verdad que la juventud de hoy en día (en su mayoría) no se sabe adónde va.
    Tu forma de escribir ha mejorado muchísimo. De verdad, lo noto mucho. Antes ya era buena, pero ahora la has perfeccionado, sin que deje de tener tu toque personal. Es lo que más me ha gustado.
    Un relatón. Aunque me da mucho... ¿asco? toda la sangre, el ensañamiento del asesino y los gritos de la chica. Sin embargo, no lo has podido escribir de una forma mejor. (:

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  4. Es evidente que nos has dejado con la boca abierta, poco a poco nos vamos dando cuenta de la clase de personas con las que convivimos y lo lamentable que es lo que podemos hacer por un poco de "acción". Creo, que es uno de los textos más reales que te he visto hacer. Y el cambio es impresionante.
    Un besazo.

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  5. ¡Gran relato!
    Tu blog es una inspiración para mí. Yo también tengo un blog, y me encantaría que lo visitaras y mee contaras que te parece. http://masdificilesdedecir.blogspot.com.es/
    Muchas gracias!

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